Milly es una histérica. Por sus imágenes (re)construidas podremos reconocerle. En su cuerpo como en sus figuraciones habita el mal de la mentira habilidosa. Los sonidos, objetos e imágenes exhibidos corresponden de manera perversa y coherente con ciertos procedimientos histéricos: la copia y el albanene, la cita y el plagio, el grito, el silencio, el aullido y el susurro; la co-presencia fantasmática de la voz es desecha y multiplicada. Todos ellos dan constancia de cierto uso, funcionan como material de construcción, co-forman unaruina de pensamiento. Son escombros. Juntos forman penosamente la busqueda de sentido, extraviado en alguna vida a la deriva pero digna de ser narrada. De la Histeria rescatamos su presentación clínica como un mal menor. Ingobernable ante el diagnóstico, la histérica sobrevive mudando de cuerpo y biografía, rescatando los escombros de su sicótica deriva, ella es su propia casa y se reconstruye cada vez que la habitan otras vidas, otras voces, otras imágenes-otras. De esta manera Milly Sanchéz desaparece ante nuestra mirada. Si le buscamos en los objetos y dibujos sólo alcanzaremos a ver el rostro desdibujado de una ruina otra. Milly se ha ido. Dejandonos sin embargo la certeza de sus delirios, y en el arte como en la vida ¿Quién puede juzgar al delirio? De esta manera, la duda respecto al destino de una delirante y nómada como lo es la histérica permanecerá entre nosotros: nos preguntamos con cierta inquietud si hace arte o si hemos sido engañados, la respuesta parece ser ambas: es arte y ciertamente, un engaño.
666ismocrítico / viernes 21 de Enero del 2011
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